MARÍA GURUCIAGA, DE 31 AÑOS, ESTUDIÓ EL GRADO DE MARKETING EN SARRIKO Y POSTERIORMENTE CURSÓ EL MÁSTER EN “GESTIÓN Y DIRECCIÓN DE MARKETING, COMUNICACIÓN Y PUBLICIDAD” EN MADRID. HA TRABAJANDO EN UNA AGENCIA DE COMUNICACIÓN EN MADRID DIRIENDO LA “VIDA” VIRTUAL DE INFLUENCERS DE PRIMER NIVEL. AHORA VIVE EN AUSTRALIA DONDE BUSCA NUEVAS EXPERIENCIAS.
¿Qué te ha llevado a trabajar en el mundo digital y con influencers?
No me considero Community Manager. Empecé a trabajar en una agencia de comunicación en relaciones públicas: íbamos a eventos, trabajábamos con influencers y celebrities, gestionábamos grandes marcas…
Empecé a trabajar para la marca Johnson & Johnson llevando, entre otras cosas, Neutrogena y la comunicación de las conocidas bebidas alcohólicas. De ahí me ocupé de la comunicación de un grupo hotelero y también del Grupo Pachá. Viví una temporada en Ibiza, pero no fue una buena experiencia, y de vuelta, empecé a trabajar con influencers.
¿Qué tal fue trabajar en In Management Agency, la agencia de Dulceida?
Me llamó la madre de Dulceida diciéndome que necesitaban una mánager. Aunque no estaba muy convencida, vi el cambio positivamente y me animé. Estuve allí cuatro años: fui manager de influencers y, al mismo tiempo, también gestioné las redes sociales de presentadores de televisión y de algunos chefs.
También viví los Premios Ídolo desde el principio. El reto fue mayúsculo, ya que para entonces esos premios no eran conocidos. Trabajamos mucho y tuvieron mucho éxito, por eso decidí quedarme un año más.



¿En qué consiste tu trabajo en el mundo de los influencers?
En lugar de marcas, “vendes” personas. Planificar campañas, negociar, elaborar calendarios… Te conviertes en las “manos y ojos” de un influencer y eres el nexo entre las marcas y ellos. Por ejemplo, una vez trabajé con una influencer que teníamos que limpiar su imagen para que la aceptaran las grandes marcas y finalmente conseguimos trabajar con Loreal y GHD.
¿Cómo ves ese mundo de inluencers?
Me parece injusto. Tengo amigas influencers que se levantan a las 6 de la mañana y trabajan hasta las 9 de la noche. Pero hay quien no trabaja tanto y, sin embargo, tiene mucho éxito. Metemos a todos en el mismo saco y no es justo.
Las marcas tampoco siempre eligen bien con quién trabajar y eso les trae malos resultados.
La gente lo ve como un trabajo fácil y por eso cada vez son más las personas que quieren trabajar como influencer. Es cierto que desde que la comunicación cambió por completo y la televisión se quedó a un lado las empresas usan influencers para vender marcas pero creo que tiene fecha límite. Se mantendrán los que están arriba y los demás desaparecerán.
¿Por qué Australia?
Después de organizar los Premios Ídolo estaba saturada. Lo pensé junto con mi pareja y decidimos irnos a Australia. Allí teníamos unos amigos. Conseguimos visa y excedencia laboral y nos venimos dos años.
Empezamos en Melbourne y luego nos fuimos a un pueblo que se llama Mackay, aquí tienes que trabajar una temporada determinada para alargar la visa. ¡Trabajé en un hotel y también en una carnicería!






¿Qué diferencias culturales te han llamado más la atención?
Los planes que hacen son muy diferentes. Todas las cosas que son malas son muy caras: tabaco, alcohol… Salir a cenar también es caro. Por ello, su plan más habitual es coger su coche caro e ir a los campings con su familia. Caravanas, tiendas sobre coches… con las que hacen vacaciones.
Desde el punto de vista educativo, no estudian mucho. A los 12 años son dish-washer, a los 20 tienen casa y coche, y a los 22 se convierten en madres. A mi edad les sorprende mucho llevar este estilo de vida.
Al margen de la familia y los amigos/as, ¿qué es lo que más echas de menos?
Echo mucho de menos la comida, aquí comen muy mal. Pero sobre todo momentos importantes; por ejemplo, una amiga ha sido madre y todavía no conozco a la niña, otra amiga se ha casado y no he podido ir… Cuando vives aquí sabes que te lo vas a perder, pero no esperaba que fuera tan duro.
También echo de menos las juergas de Euskal Herria. ¡Qué ganas tengo de echar allí una buena juerga! jajaja.
