Al echar un vistazo a 1949 y viajar hasta allí, nos encontramos en la calle General Mola, donde se encuentra la dulce pastelería Ayarza. En el mismo lugar, con el mismo producto y receta, y más tarde, con el amor infinito que le ha dado toda la familia.
El camino emprendido por Anjel Ayarza junto a su esposa, Miren Gastelu, fue seguido profusamente por sus hijos e hijas, dedicándoles lo que recibieron de sus padres y madres.
¿Cómo era Amorebieta de 1949 y cómo dio sus primeros pasos la pastelería Ayarza?
En palabras de su hija Nekane, que a sus 6-7 años recuerda que en esa calle General Mola no había otra, sólo la misma lonja de Ayarza y la primera casa. Ahora la calle es Luis Urrengoetxea y la tienda sigue en el mismo sitio.
Sus hijos aseguran que su buen conocimiento del oficio y la elaboración de cosas naturales y frescas les hicieron crear productos de buena calidad y gracias a la profesionalidad de Anjel y al dulce carácter de Miren, la tienda empezó a dar buenos resultados.
Después, los ocho hijos/as que tuvieron comenzaron a formar parte de la familia y del sueño de la empresa. «Mi padre siempre ha sido de Larrea, trabajaba aquí al lado en Ballet, era el encargado del almacén. Mientras tanto, empezó en la pastelería con poca cosa, mientras seguía con la otra. Antes había trabajado también en Bilbao durante muchos años en una pastelería «. Allí, pues, le surgió a Anjel Ayarza ese instinto repostero.
Miren Gastelu, la madre, trabajaba allí, de hecho era de Lezama, y estaba en la tienda de Amorebieta, ayudando a Anjel «Ayudaba mucho a mi padre, cuando ponían algo a cocer, él estaba cuidando y hacía cremas. Era una madre maravillosa al público, como trataba a la gente detrás del mostrador, cómo les hablaba y siempre dispuesta a ayudarles. Además, con pocas cosas empezaron a hacerlo todo «.
Como dicen los hijos, «teníamos un tío que era de Las Arenas y pastelero, y él siempre le decía a su padre que dejara el trabajo de almacén y apostara por la pastelería, pero tenía miedo de dejar la estabilidad y arriesgar, pero al final lo hizo”.



¿Qué continuidad ha tenido la pastelería Ayarza a lo largo de la historia, convirtiéndose en familia, hogar y negocio?
Javier, su hijo, entró a trabajar en Ayarza con 13 años, al terminar los estudios primarios. Al lado de su padre, trabajando, aprendiendo, mejorando e incluso con las recomendaciones que le dio el tío pastelero tratando de conseguir su mejor versión a lo largo de toda su carrera. Una parte indiscutible de su vida en la que ha disfrutado mucho y ha trabajado mucho. «52 años trabajando en la pastelería y, día a día, hasta que me he jubilado mi reto siempre ha sido mejorar, mejorar cada día, que ha sido lo más importante para mí».
Las hijas ayudaron mucho a la madre en sus tareas, primero Nekane, y después, Mari Jose. Arantza y Miren también empezarían a colaborar más tarde allí, y hasta hace 6 años, y ahora, de forma intermitente, Miren ha sido una amante de la labor pública, ya que ha estado 32 años trabajando allí. «Incluso ahora, es impresionante ir a Bilbao, o a cualquier pueblo y ver cómo la gente saluda y dice cosas bonitas, me ha gustado mucho mi trabajo y voy a ayudar cuando puedo, en Navidad, y cuando hay algo especial». Bego, la más joven, también ayudaba siempre que podía.
Joselu también empezó a trabajar y, junto con su padre y su hermano, aprendió los entresijos del oficio, que luego formaría parte del negocio familiar en el que Iñaki sería el más joven de la casa, y con el que permanece. Gracias a todo lo aprendido por sus hijos, el obrador de repostería sigue produciendo.
Estabilidad, así podríamos definir la pastelería Ayarza. ¿Cuál será el secreto? ¿Tienen las recetas sistematizadas a lo largo de la historia?
El secreto de la estabilidad es el trabajo. Sí, seguimos cada día las recetas y fórmulas del inicio. Esos son un tesoro valioso, porque los hemos ido guardando y los seguimos todos, como son. En 1983 se mojaron en las inundaciones algunas recetas de mi padre, pero, menos mal que lo tenemos todo recogido y escrito.
Pero no hemos cambiado nada. Hoy seguimos las mismas recetas que hemos ido produciendo y creando desde 1949, y eso también es uno de los secretos, pero sin duda la clave es la calidad de los productos y de los ingredientes. Todo es natural, fresco. La clave está en la elaboración y en la mano.
Empezamos a trabajar a las 02:00 de la madrugada y la hora de fin, quién sabe, las 8, las 11, o por la tarde, dependiendo del trabajo. Los sábados y los domingos hay más trabajo. Lo de antes sigue y que siga.
¡Felicidades familia y por muchos años más!
