EL CORO ALAIAK SE DESPIDE TRAS CASI CUATRO DÉCADAS. LO QUE COMENZÓ COMO UNA REUNIÓN DE AMIGAS TERMINA CON LA SATISFACCIÓN DEL CAMINO RECORRIDO. CIERRAN ESTA ETAPA, PERO SU AMISTAD Y SU PASIÓN POR LA MÚSICA SEGUIRÁN UNIDAS.

Todo comenzó con un grupo de amigas que se reunían en la plaza del ayuntamiento mientras sus hijos jugaban. Un 15 de octubre, decidieron ir a comer juntas al Auzokoa y, como era costumbre en aquella época, la sobremesa terminó en cánticos. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que muchas solo conocían las letras hasta la mitad y luego recurrían al típico “la la la”. Solo Maite, quien sería la directora, se sabía todas las canciones, y fue entonces cuando alguien propuso: “¿Por qué no quedamos para aprenderlas bien?” Así nació Alaiak.
Comenzaron ensayando en la antigua Coral, primero en el primer piso y, más tarde, en la sala donde estaba el piano. Pedro Juan Arana, director del coro masculino en aquel momento, pensaba que la iniciativa duraría poco. Pues, ¡38 años ha durado!
El nombre del coro surgió en una cena. Marisol Berrojalbiz propuso ‘Alaiak’ y, como les identificaba, así se quedó.
Al principio, escribían las letras de las canciones para memorizarlas. Poco a poco, Maite y María Luisa comenzaron a enseñarles a leer partituras, lo que las llevó a cantar en tres y hasta cuatro voces. Aprendieron más de 50 canciones en castellano, euskera, alemán e incluso colaboraron con el grupo de lipovenas.
Hoy en día, los coros femeninos son comunes en Amorebieta, pero Alaiak fue pionero. “Nosotras mismas nos hacíamos los trajes y nos apuntábamos a todo. La gente siempre ha valorado nuestro trabajo”, recuerda Maite, su directora.
El grupo masculino de la Coral propuso a Maite a ver si sería posible que cantasen la Pontifical de Perosi. Cuando fueron a cantar en esa misa ya eran 20 o 30 en el grupo. El crecimiento del coro fue aumentando; desde bodas y funerales hasta actuaciones en residencias de mayores.
Alaiak representó mucho más que un coro. En una época en la que muchas mujeres dedicaban su tiempo exclusivamente al hogar y la crianza, ellas encontraron en la música un espacio propio. Compartieron no solo ensayos, sino también comidas, excursiones y vivencias anecdóticas.
Tras 38 años, Alaiak dice adiós a los escenarios, pero no a su amistad. Seguirán reuniéndose para celebrar cumpleaños, tomar el aperitivo y, el último miércoles de cada mes, compartir unas pastas. Y, por supuesto, seguirán cantando, pero ahora sabiendo todas las letras.





