Por alguien que aún se cansa subiendo las escaleras, pero admira a los que corren, saltan y lanzan como si el tiempo no pasara…



Este fin de semana, Durango se convirtió en la meca del atletismo veterano. No hablamos de atletismo con olor a linimento y excusas, sino de pura pasión, velocidad, resistencia y… alguna que otra rodilla con experiencia. En ese escenario digno de leyendas con canas brilló con fuerza el equipo C. D. Zornotza, que no solo participó, sino que dejó el tartán temblando (y a más de uno sin medalla).
Vamos al grano, porque hay mucho metal que presumir:
Javier Casal se convirtió en el hombre orquesta del equipo. Primero en los 100 metros, primero en salto de altura y todavía tuvo piernas para colgarse un bronce en 1500 metros. Que alguien le quite el motor, por favor.
Ernesto Artaraz, por su parte, hizo podio en todas las pruebas que tocó: plata en 100, 200 y 400 metros en categoría M55. Si alguien le quiere ver de frente, tendrá que hacerlo en la salida… porque después solo verán su espalda.
Natxo Lázaro, que no quiso ser menos, se llevó plata en 800 metros y bronces en 400 y 200 metros. Se comenta que tiene más medallas que días la semana y más energía que un chiquillo con cola cao.
Sergio Fernández demostró que la versatilidad también compite. Aunque los 5000 metros no le dieron medalla, se resarció con creces en jabalina con oro y con plata en longitud. Sí, corre, salta y lanza. ¿Algo que no haga este hombre? Si le dan una pértiga, seguro que también puntúa.
Jon Ansotegi se colgó un merecidísimo bronce en 5000 metros M55, demostrando que la resistencia no entiende de edades, sino de corazón y zancada larga.
Javier Castro, representante de la categoría M45, puso el alma en los 5000 metros. Aunque no subió al podio, su esfuerzo nos dejó claro que el espíritu máster no se mide solo en medallas, sino en entrega total.
En resumen: el C. D. Zornotza volvió de Durango con la maleta llena de medallas, anécdotas y alguna que otra agujeta. Pero lo más importante: demostraron que la edad solo suma… en el dorsal, no en la pasión por competir.
¡Nos vemos en la próxima pista!