Irati nos explica que la mayoría de los que padecen dislexia desarrollan el hemisferio de la creatividad. Por eso cursan estudios relacionados con arquitectura, ciencia, diseño… Las carreras relacionadas con las letras se les hacen más difíciles que las relacionadas con los números. Hay un amplio abanico de posibilidades para estudiar, ella estudió física y química y hoy en día es profesora de secundaria.
Irati mostró tener dislexia desde pequeña. Su mellizo aprendió a hablar más deprisa que ella, sus compañeros y compañeras de clase leían sílabas y ella, en cambio, no entendía que las letras «t» y «i» formaban la sílaba «ti». También tenía escritura de espejo – aunque no sabe a ciencia cierta si era por dislexia- y en lugar de «Irati» escribía «Itari» (al revés).
A los que padecen dislexia les quiere decir que lo importante es no dejarse menospreciar: «No creáis si os dicen que vais a fracasar. Tenemos esa dificultad, pero coged las herramientas aprendidas y buscad trucos propios para seguir adelante con los estudios «.
¿Cómo vieron que tenías dislexia?
Mientras mis compañeros y compañeras aprendían a leer, yo no entendía las letras ni las sílabas. Además, escribía las palabras al revés, como mi propio nombre. A los seis años, viendo que no avanzaba como los demás, empezaron a preocuparse.
En muchas situaciones no es tan evidente y hasta llegar a la ESO no se dan cuenta. Estos casos son más duros. Las personas que tenemos dislexia tenemos que buscar nuestros trucos para aprender a leer y escribir y cuanto más pronto empecemos mejor. Tener que volver a echarse atrás a los 12 años y aprender a leer y escribir genera una gran confusión.
¿Cómo se aprenden estos trucos?
Las personas con dislexia llevamos otra forma de aprender. Fui a una logopeda que me enseñó las herramientas básicas y en casa las practicaba con mis padres. Usábamos plastilina para memorizar las formas de las letras; luego pasábamos a las sílabas y a las palabras. Con los años adaptas estos trucos a lo que necesitas, pero el proceso es largo.
Siempre agradeceré el trabajo que mi madre y mi padre hicieron conmigo en casa, que fue muy importante para seguir el ritmo de los estudios y llegar hasta donde estoy hoy.
¿En qué influye la dislexia?
Lectura, escritura y comprensión. En mi caso, hago una lectura fonológica: veo la primera y la última letra y deduzco lo demás. De pequeña, no podía dividir las palabras dentro de una frase, lo leía todo como un bloque.
En la escritura, como memorizamos la forma de las letras, se ralentiza el aprendizaje. Además, antes de hablar también tenemos que pensar mucho para construir bien las frases.
¿Te resulta más fácil leer en euskera?
Sí, porque los sonidos de las palabras en euskera son más claros. En castellano o inglés, en cambio, hay muchas excepciones. Palabras como «caso», «casa» o «cosa» son muy parecidas, y con la lectura fonológica tengo muchas posibilidades de deducir lo central.
Lo peor fue con el inglés. Una vez asimilada la fonología de la letra «U» se dice que en inglés se pronuncia «iu» y todo se mezcla. Encontré nuevas estrategias para superarlo.
¿Cómo se puede adaptar el modelo educativo a las personas con dislexia?
Las adaptaciones que se realizan son insuficientes. Si un alumno o alumna con dislexia no es trabajadora, es muy difícil seguir el ritmo. Yo soy profesora de física y química y adapto los libros, por un lado para mi facilidad y, por otro, para ayudar a los alumnos con dislexia. Hago esquemas; utilizo imágenes, siglas y emoticonos porque les da facilidad de memorización. Adapto los temas de forma visual. Así a la hora de aprender para el examen las palabras se relacionan con una imagen y les resulta más fácil.
Recibiste una llamada de un editorial. Cuéntanos…
Cada vez que voy a cada centro educativo adapto el material a mi manera y al irme lo dejo al profesor o profesora. Una vez en el Instituto Solokoetxe de Bilbao el miembro del gabinete vio mis esquemas y los envió a un editorial. Poco después me llamó el editorial diciendo que querían sacar libros con ellos. De momento el proyecto está parado.
Mis esquemas facilitan el aprendizaje a los que tienen dislexia y a los que no. Los jóvenes de hoy están acostumbrados a ver todo a través de las imágenes, evitan los textos largos y pierden comprensión. Me ha ocurrido que cuando estaba en el Instituto de Leioa se acercó una estudiante que no tenía dislexia y me dijo que gracias a mis esquemas entendía de una vez por todas física y química. De forma visual les resulta más fácil a todos asimilar conceptos.