Ayer, como cada 4 de febrero, los cantos y el sonido de los bastones golpearon el suelo, llenando las calles en honor a la mártir cristiana. Hoy, Euskal Herria celebra a Santa Águeda. Tras una noche de tradición y música, este 5 de febrero se conmemora su historia y legado. Una festividad que une comunidad y cultura.
Santa Águeda, también conocida como Santa Ágata, fue una mártir cristiana del siglo III nacida en Catania, Sicilia, y es una de las figuras más veneradas en el cristianismo. Según la tradición, Águeda era una joven de gran belleza y profunda fe que decidió consagrar su vida a Dios, comprometiéndose a mantener su virginidad. Esto despertó la ira del procónsul Quinciano, quien deseaba casarse con ella. Al rechazarlo, Águeda fue arrestada y sometida a brutales torturas por mantenerse firme en su fe y sus votos de castidad. Entre las torturas más conocidas, según la tradición, está la mutilación de sus senos, los cuales fueron milagrosamente sanados por la intervención de San Pedro. Finalmente, murió en prisión alrededor del año 251 d.C.
Santa Águeda es considerada patrona de las mujeres y de quienes padecen enfermedades relacionadas con los senos, como el cáncer de mama. Además, es protectora contra incendios y desastres naturales, lo que se asocia a su relación con el Monte Etna, un volcán cercano a su lugar de origen. En su iconografía, suele representarse con una bandeja que contiene sus senos amputados, símbolo de su martirio y fortaleza.
Su festividad se celebra el 5 de febrero, y su vida, aunque basada principalmente en relatos hagiográficos y leyendas, la convierte en un símbolo de valentía, fe y resistencia. A pesar de la falta de documentación histórica precisa, su figura inspira a millones de personas en todo el mundo.
Santa Águeda y la tradición en Euskal Herria
El día de Santa Águeda tiene su origen en los viejos ritos de invierno de Euskal Herria, y destaca la importancia de la unión tanto del canto como de la comunidad. El 4 de febrero, víspera de Santa Águeda, se ha convertido en tradición en los pueblos y barrios de Euskal Herria cantar las coplas de Santa Águeda. La tradición suele reunir a todos los y las jóvenes y personas adultas, y los grupos cantan por las calles del pueblo, con paradas en cada caserío y casa.
Los y las cantores caminan con los palos en las manos, golpeando el suelo y creando un ritmo especial. Estas varas, sacudidas al ritmo, se utilizan en forma de llamadas a romper el frío invernal y a reavivar la naturaleza. La costumbre de golpear la tierra trae eco de los ritos paganos, ya que antiguamente se pedía ayuda a la madre tierra para fomentar la fertilidad y que las cosechas fueran prósperas. A través de las coplas se hacen al santo oraciones y peticiones de bendición, expresando la unidad y la fuerza de la comunidad.
En las actividades de la víspera de Santa Águeda, es habitual cantar a domicilio. Las canciones reflejan deseos de felicidad y bienestar, como «etxe honetan zorion hutsa betiko euko al dabe». A cambio, los propietarios de la casa donan comida – txistorra, huevos u otros alimentos – o dinero, poniendo de manifiesto el carácter solidario de la comunidad.
Esta tradición, aunque viene de antiguo, sigue siendo hoy un legado vivo de la cultura vasca. En el entorno urbano, el rito se ha transformado un poco y se celebra en escuelas o asociaciones culturales para que las nuevas generaciones conozcan y mantengan la belleza de la tradición.
El día de Santa Águeda ofrece, por tanto, una forma de celebrar la identidad y cultura vasca compartida, reflejando unión y fe a través de la canción y el ritmo. Entre el frío ruido del día y los golpes de los palos se aúnan el viejo llamamiento a revivir la tierra y la fuerza de la comunidad.
