«Después de estudiar Diseño de Moda en Bilbao, me lancé a Copenhague a hacer un máster. Llevo cinco años en la capital danesa»
Asier tenía su patio en casa de su abuela. Agujas, telas, tijeras, hilos de colores. Mi abuela era costurera. Su tía, por su parte, estudió diseño de moda y cuando le llegó el momento de elegir estuvo en entredicho: bellas artes o diseñador de moda. El arte también. Le gustaba la pintura, tenía buena mano con pinceles, pero la hora que había pasado junto a la abuela y su atracción hacia la moda inclinaron la balanza. Decidió estudiar moda.
¿Qué buscabas en Copenhague?
Aprendí sobre todo a coser en Bilbao y al terminar busqué aprender a trabajar todo el proceso del diseño. Tener capacidad para sacar adelante proyectos en todos los ámbitos. Crear una narrativa y trabajar conceptos que ayuden a que la gente entre en tu universo. Encontré esa oportunidad en Copenhague.
¿Y por dónde va tu universo?
Uff, no sé. Todavía estoy explorando. Pero la verdad es que siempre intento relacionar mi vida o mis experiencias personales con el contexto que veo a mi alrededor. Busco la conexión entre ambos. He trabajado en diferentes colectividades: la que tenía que ver con mi habitación durante la pandemia, la que tiene que ver con las sensaciones de las herencias personales de mi familia, y ahora estoy trabajando en masculinidades diferentes.
¿Creas ropa para vestir?
¡Sí! jajaj. Normalmente se trabajan dos líneas en cada colección. Uno de vestir, y otro más experimental, para lucir en los desfiles y hacer marketing. Tienen conexión, claro, pero lo experimental admite más riesgos y se utiliza para presentar la colección. Lo que yo estoy haciendo ahora es muy llevadero, sí.
«BUSCABA APRENDER A TRABAJAR TODO EL PROCESO DEL DISEÑO Y LO HE ENCONTRADO EN COPENHAGUE»
Terminado el máster, ¿cuál es tu situación ahora en Copenhague?
He estudiado mucho en un máster y en una empresa en la que he trabajado. He estado como patronista para una marca comercial y muy a gusto. Pero mientras tanto, alquilo un pequeño estudio para sacar adelante mi trabajo personal. En este momento diría que es mi sitio, estoy a gusto en él.
¿Conocías Copenhague?
No. No sabía nada de Copenhague. Me gustaban las tendencias escandinavas, pero nada más. Ahora se ha convertido en mi segunda casa. La ciudad cambia por completo en invierno y verano. El invierno es muy largo, oscuro y frío. Dentro de la vida, lo hacen en el refugio, sobre todo en las casas. En verano todo sale a la calle. La gente está todo el tiempo en la calle. Terrazas, música, canales, parques, festivales, flores, bicicletas… Es maravilloso.
¿Cómo dirías que son los daneses en general?
Grupos de daneses o cuadrillas y grupos internacionales son muy diferentes en Copenhague. Los daneses son muy cerrados y suelen estar en casas entre ellos o con la pareja. Aunque he aprendido la lengua danesa, no es fácil entrar en su mundo. Es una sociedad muy organizada, tienen que planificarlo todo de antemano, sin dar opción a la improvisación. Tres meses antes te invitan a un cumpleaños o a una cena de clase. Poco a poco me voy acostumbrando, pero me cuesta la verdad.
¿Qué llevarías a Copenhague y qué traerías de allí a Amorebieta?
Llevaría pimientos ‘piquillo’ y atún. Llevaría nuestra gastronomía en general. Ganas de cocinar, gusto. Y de allí lo bueno, pues no lo sé; a lo mejor, la tranquilidad. Veo a la gente tranquila. Como sociedad parecen estar bien organizados y eso les permite vivir cómodamente.
«¿UN SUEÑO? TENER MI PROPIA MARCA DE ROPA «