Esta es la pregunta que guía una reflexión profunda y necesaria sobre nuestra relación con la salud, los servicios sanitarios y la calidad de vida, más allá de los consejos habituales. Gustavo nos habla de un factor esencial y menos conocido: la importancia de la longitudinalidad en la atención sanitaria, afirmando que “una relación fluida y estable con un equipo médico puede reducir la mortalidad global hasta en un 30%”. Además, se aborda el impacto de las enfermedades en la vida de los pacientes, la creciente prevalencia de ciertas patologías y un fenómeno inquietante: “La infelicidad del sano”, una narrativa que emerge en un mundo moderno marcado por el estrés, la autoexigencia y la soledad.
Gustavo de los Bueis Martínez
¿Qué podemos hacer para estar más sanos?
No quisiera desaprovechar la oportunidad que se me brinda de escribir estas breves líneas en pormenorizar los clásicos factores de riesgo para la salud, aquellos que amenazan la integridad de nuestros complejos componentes, los que corrompen nuestros humores y turban nuestros tejidos. Por un lado, por conocidos y populares, por otro, por numerosos.
Quisiera por contra dar merecido protagonismo a algún factor protector que tal vez no sea muy conocido entre la población, es decir, algún condicionante favorable de salud más allá del deporte, la alimentación sana y los hábitos de vida cardiosaludables. Vox populi.
Unos hábitos de vida saludables y una disposición genética bondadosa pueden atenuar en gran manera la vulnerabilidad a enfermar, pero además de esta evidencia ya suficientemente contrastada, también puede considerarse un condicionante de salud, léase preventivo de enfermedad o marcador favorable en la evolución de la misma, a la forma en la que el individuo interaccione con los servicios sanitarios. En este sentido existen revisiones sistemáticas que confluyen a una misma línea sobre la que resulta difícil discrepar: “Una mayor Longitudinalidad se asocia a una menor mortalidad”, es decir, el aparentemente simple hecho de que el paciente y su entorno familiar identifiquen a lo largo de las diferentes etapas de sus vidas a un mismo equipo asistencial como su proveedor de prestaciones sanitarias, preventivas, diagnósticas y terapéuticas, se asocia no solo a mayores niveles de satisfacción personal, menor número de ingresos, derivaciones innecesarias, visitas a servicios de urgencias, mayor adherencia a los tratamientos, a los consejos de salud preventivos, a las actividades de salud comunitaria, a un uso más racional de los recursos y a una reducción del gasto sanitario, sino que se asocia, ¡ojo!, a una menor mortalidad global, reducción que se estima incluso del 30%, siendo este sorprendente efecto más manifiesto en los grupos etarios más avanzados. No nos debería extrañar el que una relación fluida con un equipo sanitario estable, basada en una confianza gestada durante los muchos encuentros asistenciales a lo largo de las diferentes etapas de la vida, consiga a través de la narrativa del paciente transmitir una idea mucho más nítida de su realidad, de sus prioridades, incertidumbres, inquietudes, temores, valores y preferencias. Todo ello en un espacio donde nunca se sienta juzgado, sino escuchado y comprendido, espacio que en no pocas ocasiones resulta ser su propia casa. No puedo extenderme cuanto quisiera en describir los beneficios que este enfoque amable proporciona en el acompañamiento del paciente paliativo, y qué no decir en situación de últimos días.

¿Cómo influye la enfermedad en la calidad de vida de los pacientes?
La limitación física, el dolor, la invalidez, la renuncia a un proyecto vital, conllevan un elevado grado de sufrimiento, cierto, pero no menos cierto es el hecho de que observamos percepciones de calidad de vida muy dispares en pacientes afectos de patologías similares, si no idénticas en lo fundamental. Hay algo más por tanto además de la enfermedad, algo que modula y define la magnitud del quebranto total, y ello es la capacidad de adaptación, la tolerancia a la frustración, la resignación racional, los recursos adaptativos de cada cual. Ante la adversidad vemos actitudes muy diferentes, derrotismo…, superación…, dos vertientes contrapuestas, y es muy importante saber que toda actitud que se entrena …, se acaba desarrollando. Depende de cada uno en qué dirección quiera orientar su entrenamiento, pero elija la que elija, la desarrollará. Una relación estrecha y longitudinal puede marcar la diferencia de que el paciente cambie el rumbo de su entrenamiento.
¿Qué patologías consideras que están aumentado?
En realidad, aumenta la prevalencia de aquellas patologías cuya incidencia está condicionada por la edad. A más edad …, más patologías crónicas, de todo tipo. Sería muy dilatorio siquiera mencionarlas, pero serían destacables las cardiovasculares, las oncológicas (ámbito sujeto a un veloz y esperanzador efecto dominó de nuevas terapias con aumentos espectaculares de supervivencia y calidad de vida; campo en el que tenemos argumentos más que razonables para ser muy optimistas) y las neurodegenerativas (Alzheimer, demencias…,)
En cualquier caso, me resulta sorprendente un hecho desazonador. Asistimos a un debut, a edad cada vez más temprana, de narrativas desesperadas que testimonian “La Infelicidad del Sano”, personas sanas en lo corporal pero infelices en lo espiritual, aun cuando no hubo si quiera tiempo suficiente para sufrir los naturales zarandeos de la vida. Los trastornos del ánimo, la desesperanza, la pérdida del sentido de vida, la ausencia de rol, el yugo de fijar expectativas inamovibles, la fusta injusta de la auto tiranía, la búsqueda obsesiva de lo perfecto, el calabozo de los complejos, la evaporación de la autoestima, el miedo al futuro, la huida del pasado, la desaprobación de la imagen que nos devuelve el espejo, la ansiedad anticipatoria, la intolerancia a la frustración, la preocupación crónica, el miedo a decepcionar, la competitividad extrema, las dinámicas modernas y el rezumante estrés, la sobredosis autómata de luz azul a horas impropias, y la soledad verdadera, la sentida, la dolorosa, con o sin compañía, entre otros muchos perjuicios …, azotan el casco de tiernas carabelas a riesgo de fracturar sus jóvenes cuadernas.
¿Algo más que quieras añadir?
Sí. Admiro a la gente que se siente feliz, a pesar de que su cuerpo le diga que está enfermo.