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‘VALENCIA’ Txabi Azarloza

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Txabi Azarloza llegó a Valencia hace 20 años con la idea de quedarse solo unos meses. Sin embargo, una serie de giros inesperados lo llevaron a establecerse definitivamente en esta ciudad donde, además de formar una familia, ha desarrollado un negocio de transporte y logística. En esta entrevista, Txabi nos cuenta cómo vive en Godella (Valencia) y su experiencia reciente con el paso de la DANA, una tormenta que desbordó tanto la geografía como los sentimientos de sus habitantes. 

¿Cuánto tiempo llevas viviendo en Valencia? 

Llegué aquí hace 20 años. Vine inicialmente por motivos de trabajo para quedarme solo seis meses, pero en ese tiempo conocí a mi mujer y decidimos quedarnos en Valencia. Aunque en estos 20 años hemos vivido también algún tiempo en Amorebieta. 

Hemos formado una familia y montamos un negocio de transporte y logística que hemos ido desarrollando, y por eso estamos más en Valencia. Pero yo me siento 100% zornotzarra, y cada vez que puedo me acerco para estar con la familia y los amigos. Aquí siempre digo que soy de Amorebieta, no de Bilbao… ¡de Amorebieta! 

¿Cómo es la vida en Valencia? ¿Hay mucha diferencia con Amorebieta? 

Tiene sus cosas. En Valencia la gente es muy amigable, muy abierta. Es fácil conectar; el valenciano generalmente 

evita la discusión y siempre le viene bien una cerveza. Es un poco diferente a la hora de reunirse con amigos: hay que quedar para cenar o para ir a casa de alguien. Pero, en la base, comer, beber y salir también gusta mucho aquí. Tienen un clima muy bueno y se vive mucho en la calle. Y el tema de las paellas es como el Athletic allí: sirve como tema de conversación en cualquier momento. Hay una gran tradición con las paellas, y disfrutan mucho con sus preparativos, el hecho de juntarse… como en los txokos de allí, pero en terrazas o en la calle. 

Tenéis muy buen clima, pero de vez en cuando llueve torrencialmente. 

Sí, todos los años hay algún tipo de gota fría. Estamos bastante acostumbrados a ver pequeñas inundaciones. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, en el polígono donde tenemos la nave es una zona inundable. Y, con poca lluvia, se inunda la entrada y se forma un cierto caos con los coches y los camiones. Es la zona sur de Valencia, donde más han afectado las últimas inundaciones. 

Pero esta vez ha sido diferente. ¿Cómo viviste el paso de la DANA? 

Ese martes por la mañana había alerta roja, pero no llovía mucho ni hacía apenas viento. Los colegios, que suelen ser un claro indicativo de cierto riesgo, no cerraron. Mi mujer, que es profesora, y mis hijos fueron al colegio con normalidad. Yo estuve trabajando normalmente, y sobre la una del mediodía me llamó mi mujer diciendo que los mandaban a casa. En ese momento aquí apenas llovía, pero sobre las cinco de la tarde empezó a bloquearse la zona de salida del polígono, y tal vez eso nos salvó, porque como no nos podíamos mover seguimos trabajando esperando a que se desbloqueara. Ahí sí empezó a llover con más fuerza, y sobre las 18:00 llegó el agua en tromba, y empezamos a ver cómo arrastraba los coches. Nuestras oficinas están arriba y no corríamos peligro ni sentimos miedo por nosotros, pero fue un gran impacto, y además dejamos de tener cobertura, por lo que no podíamos contactar con nadie, ni con la familia ni con emergencias. Sobre las 8 y algo recibimos un mensaje de alerta, que todos dijimos, “¡sí, a buenas horas!” Estuvimos así hasta las 10:00 de la mañana del día siguiente. Al salir a la calle, lo que vimos era un drama; todo un desastre: coches amontonados, gente deambulando como zombis al lado de la carretera, gente con ataques de ansiedad, con miedo. ¡Parecía la guerra! 

¿Y ahora qué? 

Es curioso porque yo vivo al norte, y en mi pueblo no ha pasado nada; la normalidad es absoluta. Algo menos de abastecimiento en los supermercados, pero nada más. Ahora lo principal es ayudar a las personas que han sido más afectadas. Hemos estado todo el fin de semana ayudando a unos amigos que tuvieron una inundación en su casa, limpiando la nave, ayudando en los pueblos más afectados. Pero ha habido mucha desorganización y desamparo. 

Y a más largo plazo, se tendrán que hacer políticas que eviten esto de alguna manera. Es curioso, pero, por ejemplo, como te decía, nuestro polígono está construido en una zona inundable. Y muchas viviendas en los pueblos del sur, que son los más pobres, también se han construido en zonas inundables. La mayoría de los pueblos tienen proyectos desde hace años, pero siempre hay otras prioridades y no se hace nada. A ver si esto ha sido lo suficientemente dramático para que se tomen medidas. 

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