Julio y agosto son hoy sinónimos de vacaciones. Pero no siempre fue así. En Amorebieta Etxano, pueblo marcado por la industria y la vida rural, la costumbre de las vacaciones de verano llegó poco a poco, influida por los cambios sociales del siglo XX y por una necesidad: descansar tras meses de trabajo en la fábrica y el campo.
Los primeros veraneos: lujo para unos pocos
En el siglo XIX, mientras la aristocracia y la alta burguesía descubría San Sebastián o Zarautz como lugares de descanso, en Amorebieta la vida giraba en torno a la tierra y, más tarde, a las fábricas. Aquí, “irse de vacaciones” era casi una rareza reservada a familias con ciertos recursos, que podían permitirse una temporada en la costa vizcaína o en balnearios cercanos.
El calendario de las fábricas
Con la industrialización del siglo XX, el calendario lo marcaban las paradas fabriles. Las empresas cerraban en verano para mantenimiento, y ese parón se convirtió en el momento de descanso de los trabajadores. Así se fijó la costumbre de julio y agosto como los meses de vacaciones.
El veraneo popular
Para muchas familias zornotzarras las primeras vacaciones significaban volver al caserío familiar, pasar unos días en la costa más cercana (Lekeitio, Bakio, Plentzia) o simplemente vivir el verano en el propio pueblo, disfrutando de las fiestas patronales y del ambiente más relajado. Con el tiempo, la mejora del transporte acercó también destinos como Cantabria o la Rioja.
Turismo actual
Hoy, la idea de vacaciones ha cambiado: los y las zornotzarras viajan a cualquier lugar del mundo, y la época en la que cogemos vacaciones, alternando semanas o quincenas entre junio y septiembre se ha diversificado. Los tiempos cambian, y la forma de disfrutar de las vacaciones, también.




