Con la solidaridad y la sonrisa como acompañantes, estos cuatro jóvenes de Amorebieta han pasado el verano ayudando en un orfanato de Senegal.
Al enfocar la visión y la mirada hacia realidades diferentes, nos vienen a la mente historias increíbles que se pueden vivir en Senegal. Los zornotzarras Amaia Ereño, Jone Mentxaka, Lara Mentxaka y Saioa Morcillo han conocido muy de cerca a estos y a una. Una vez vividos, sentidos e interiorizados, tienen claro que alguna vez volverán; a él o a otro lugar, pero esta experiencia les ha llenado mucho, les ha llevado a sentirse muy intensos y han sentido en su interior la satisfacción que ofrece ayudar.
Han trabajado como voluntarios durante este verano, en el seno de la asociación Euleuk de Senegal, ofreciendo su granito de arena en un orfanato. Se encontraban en M ‘Bour, a unos 40 minutos del Dakar, en la costa. Viven de la pesca, en ella la mayoría, y el propio orfanato estaba precisamente en un pueblo vecino, Niani.
Las pateras, cruel reflejo de la realidad
El espejo de los barcos de colores, reflejo de la realidad. En palabras de los zornotzarras, “creíamos que eran barcos pesqueros de los lugares, cuán coloridos y hermosos, pero preciosos cogimos el del zapaste, cuando nos dijo que nuestras guías iban a ser pateras. La perspectiva nos cambió por completo. La gente espera a que salga, y para organizarlo todo, hablan a través de un grupo de whatsapp para quedarse entre ellos. Además, para que nadie de la familia les pare, una vez que empiecen a funcionar, utilizan el código “plan B” para decir que irán. En general, es una mafia y cada uno paga unos 500-600 euros para poder ir en patera, es decir, más que todo el dinero que tienen.
Cuando la asignatura es la vida misma
Al preguntarle de dónde viene la misma idea, Amaia estuvo en Perú con Olatzega, de la asociación Ereño, y de allí, de los sueños a los sueños, le dijo que en algún momento iría a Senegal, y también lo hizo. Comenta a los amigos, Jone lista, Lara lista y Saioa lista. Adelante, pues chicas.
Al asistir Euleu a una conferencia de la sociedad y darse cuenta de la situación, decidieron acudir a ella. La asociación organiza dos semanas de voluntariado, tras las cuales se dieron 4-5 más para conocer los alrededores. Al sur, Casamanza, que después se trasladaron a la zona independentista para conocer una relidad totalmente distinta.
Al dar cuenta del día a día, se despertaban a las 7:45 de la mañana, desayunaban a las 8 y venía la conductora Leti a buscarlos para llevarlos al orfanato. Pasar allí dos horas y media, jugar con los niños, motivarlos, estimularlos, enseñarles a andar, y sacarlos fuera. Los pequeños se acostaban en las colchonetas. Estaban distribuidas en 2 plantas. 35 niños en total. Hasta 3 años. Unos son huérfanos y de allí irán a otro orfanato, más tarde a Dakar, y los otros tienen padres, pero no tienen condiciones para hacerse cargo, por lo que permanecen allí hasta los 3 años. Orfanato es religioso, lo llevan las monjas. A veces los niños salen fuera, pocas veces, ellos convencieron a los cuidadores y se asustaban mucho con las hojas, con las hormigas, etc. Se sintieron parte del proceso y, en poco tiempo, detectaron muchos cambios.
Lo aprendido, en el fondo, en la piel, en el sentimiento
No tomaron conexión a internet. Lo vivieron todo sin mapa y sin noción del tiempo. En sus palabras, “la situación de la sociedad no es buena, pero nuestra visión ha cambiado mucho. Nos sentíamos como una persona más de Senegal, integreta. Nos hablaban mucho, nos hacían preguntas. Nos ha abierto una nueva visión del mundo. Hemos sentido tranquilidad. Ritmo tranquilo. Que hay que vivir el momento y que no se puede pensar siempre en lo que voy a pasar y lo que voy a hacer. Que, al fin y al cabo, lo afrontaremos con nuestra mejor actitud; si no, no podrían seguir adelante. Tienen una actitud amable de Mirezte “.
Así las cosas, el mundo es grande. Los rincones son ilimitados e injusticias infinitas. Poner el granito parece algo pequeño, miniño, irrelevante, pero el granito crea la estructura de la flor, la florecilla provoca la sonrisa de los niños y llena el corazón de uno mismo al darse cuenta de las cosas de las que somos afortunados y de la alegría de vida que ellos nos ofrecen con poco. Así que abramos los ojos, veamos nuestro entorno, pero también el que está fuera de nuestro entorno, que son los demás. En ellas nuestra ayuda ha resuelto los problemas en esas injusticias que son límite e infinita, que ha generado sonrisas y rompe fronteras.
Amaia Larruzea Motxobe
